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Generalidades
En las Islas Canarias centro-occidentales, podemos observar un ambiente singular; se trata de un bioma predominado por castaños (Castanea sativa Mill, 1768), llamados “castañeros” en Canarias, unidos a un crisol de zonas boscosas (principalmente formaciones de fayal-brezal) y cientos de pequeños cultivos en los que, aún hoy en día, la producción agrícola se efectúa poniendo en práctica técnicas y conocimientos tradicionales. Estas explotaciones son familiares, en su gran mayoría, y lejos de desplazar o eliminar los viejos castaños, se han integrado a la sombra de estos, aprovechando los diversos beneficios que obtienen en su presencia.

En Canarias, el castaño fue introducido, probablemente, por los colonos castellanos tras las conquista de las islas. Sabemos que este vegetal se importó desde territorio peninsular para su cultivo gracias a que es citado en varios textos posteriores a los años de la conquista. De momento, no se han encontrado restos en los carbones hallados en los yacimientos arqueológicos conocidos relacionados con los aborígenes canarios, por lo que parece que estos antiguos pobladores de las islas no conocían esta planta, aun teniendo presencia en las tierras altas del noroeste africano, territorio antaño ocupado por los bereberes, antepasados de los aborígenes canarios.
Muchas antiguas plantaciones de castaños fueron abandonadas o degradadas a lo largo de los siglos y estos árboles fueron naturalizándose hasta formar pequeños bosques, estos han evolucionado hasta convertir el paisaje donde se asientan en un bioma con entidad propia. A lo largo de la historia de Canarias, muchos de los naturalistas que han visitado las islas, han referenciado en sus escritos este particular ambiente, mencionando, entre otros aspectos, su aportación positiva al entorno y su capacidad de integración con la vegetación nativa de las islas.

En Canarias, el castañero tiene presencia desde los 400 hasta los 1500 metros sobre el nivel del mar, aunque adquiere una notable densidad de ejemplares entre los 800 y 1000 msnm en la vertiente Norte de las islas centro-occidentales y en la vertiente Este de La Palma. Fuera de estas franjas, los castaños se presentan, principalmente, como ejemplares aislados, asociados a cultivos y formando pequeños bosquecillos testimoniales.
He decidido titular este post “el cinturón de castañeros” debido al aspecto que presentan las poblaciones de castaños vistas desde la distancia, asemejándose a un cinturón pardo que abraza el lustroso y perenne verde del monte; marcando la división entre un amplio terreno plagado de cultivos, dominio de lo humano, de los campesinos, de la cultura y las tradiciones; y el verde monte, la laurisilva, el faya-brezal y el pinar, espacios reservados para la naturaleza. La cultura y la naturaleza son las dos caras de la riqueza canaria.

Tradición canaria
En Canarias, las castañas se consumen de muy diversas formas: crudas, desecadas al sol, guisadas, tostadas y, recientemente, se han introducido en repostería. Sin embargo, hay un plato tradicional a destacar en el que se emplean castañas; hablamos de la conocida combinación de sardinas saladas con castañas tostadas (o guisadas) y mojo. Es el sencillo pero gustoso plato que, tradicionalmente, ocupa la cena de la víspera de San Andrés, el 29 de Noviembre, fecha que marca la esperada apertura de las barricas del vino producido en el año.
En Tenerife, la noche del 29 de Noviembre, la citada víspera de San Andrés, es conocida como «la noche de los cacharros», debido a que existe la costumbre de que los niños y jóvenes hagan mucho ruido arrastrando latas vacías atadas a una cuerda. Esta costumbre está más asentada en la vertiente norte de Tenerife, donde se conserva hasta nuestros días. No está claro el origen de esta tradición: puede que tenga un sentido místico, relacionado con los «malos espíritus», aunque también podría tener un origen ritual o incluso «humorístico», pues pudo iniciarse como una forma de despertar a los borrachos. Otra posibilidad es que sea una forma de imitar o recordar el sonido de los antiguos toneles de vino siendo transportados rodando por los antiguos caminos adoquinados del norte de la isla de Tenerife.
Existe una antigua tradición cestera ligada al castañero en Canarias que ha perdurado hasta nuestros días. La elaboración de cestas a partir de varas de castañeros es un conocimiento ancestral que corre el peligro de perderse, ya que, hoy en día, quedan pocos maestros en dicha materia. Para la elaboración de cestos, se usan las varas rectas que crecen en la base del tronco (chupones), que, una vez que alcanzan una longitud adecuada, son recolectadas. La cosecha de varas se realiza en invierno y en luna menguante, ya que se considera que, cortadas en estas condiciones, la materia prima es de mejor calidad. Seguidamente, las varas pasan un tiempo a remojo en agua salada y luego son deshilachadas. Los hilos procedentes del floema son más oscuros (tonos pardos) que los del xilema (tonos amarillo pálido o blanco hueso), por lo que se pueden conseguir vistosas cestas con la combinación de ambas tonalidades.
Condiciones edafo-climáticas
En la vertiente norte de las islas centro-occidentales, el aporte de humedad oceánica producido por los vientos alisios propicia unas condiciones de alta humedad relativa y pluviometría regular durante el todo el año, las cuales, a su vez, actúan favoreciendo el desarrollo de los bosques de castañeros; tanto es así que, de hecho, en dicha vertiente, estos árboles llegan a adquirir una talla considerable. En contraposición, en otras vertientes donde tienen presencia, sin embargo, los castaños se desarrollan con menor altura y presentan una copa más redondeada, adaptaciones evolutivas estas que permiten a la planta sobrevivir en un ambiente más seco y, generalmente, con más golpes de viento. Dada su dispersión por el archipiélago canario, la naturaleza de los suelos donde se asientan los bosques de castañeros canarios es muy variable. Cabe destacar que la caída de materia vegetal liberada por los árboles, deja en el medio taninos y sustancias acidificantes que interfirieren en la brotación de múltiples especies, por lo que se favorece que, a la larga, los castañeros predominen formando pequeños bosques. Se considera que, en general, los castaños se desarrollan mejor en suelos profundos y bien drenados.
Flora
El vegetal dominante en este bioma es el castaño (Castanea sativa). Se trata de un árbol de la familia Fagaceae y subfamilia Castanoideae, cultivado para el consumo de sus frutos y el uso de su madera y varas, desde tiempos remotos, en la cuenca mediterránea y en oriente próximo. La acción antrópica ha distribuido este cultivo por gran parte del hemisferio norte terrestre.
El castaño es un portentoso árbol caducifolio que puede alcanzar 30-35 metros de altura. El diámetro de su tronco principal llega a ser de 4-5 metros y sus hojas lanceoladas, de borde aserrado y nervios paralelos, alcanzan 15-20 cm de largo (Naranjo et al., 2009). El tronco suele crecer recto hasta la inserción de las primeras ramas y su corteza es lisa en un principio, pero se agrieta y se torna rugosa a medida que la planta madura.




El castaño florece entre mayo y junio; su inflorescencia, llamada «candela», es un conjunto de ramilletes alargados de flores poco vistosas. Las flores masculinas se sitúan en la parte media y superior (apical) de dicha inflorescencia, mientras que las femeninas están ubicadas en la zona basal. La polinización se efectúa tanto de forma entomófila como anemófila.

Sus frutos, las castañas, maduran en octubre-noviembre. Estos están protegidos por una cápsula cubierta de púas, el “erizo”, que se abre cuando el fruto está maduro para expulsarlo y, usualmente, cae al suelo con la castaña. Dependiendo de la variedad y de las condiciones ambientales, un erizo puede contener entre 1 y 5 castañas, generalmente, 2 o 3. Los frutos son más o menos globosos con una parte más plana. Su base es redondeada y presenta una clara cicatriz en la zona donde se inserta al erizo. Por su parte, el extremo apical del fruto es puntiagudo y, en ocasiones, conserva alguna púa tras su maduración. Las castañas son, normalmente, marrones o rojizas, pero su color, forma y tamaño dependerán mucho de la variedad de la que se trate.


El castaño es un vegetal muy longevo, que puede incluso llegar a vivir unos mil años, a lo largo de cuyo ciclo vital comienza a producir a los 10-15 años, regularizándose esta producción a los 20 y finalizando a los 600 años (Naranjo et al., 2009).
Los castaños, en Canarias, suelen crecer y permanecer asociados a distintos cultivos tales como la papa (patata), maíz en la época estival, cereales y otros frutales como manzanos, perales, ciruelos y durazneros entre otros. Lejos de entorpecer el desarrollo de los cultivos, los campesinos usan la materia orgánica que deposita el castaño en el suelo, con la caída de la hoja en otoño, para enterrarla y enriquecer el sustrato de cultivo con nutrientes de origen orgánico. Esta ancestral labor cultural está especialmente patente en la asociación de cultivos papa-castañero, muy utilizada aún en la actualidad, en la que el castañero provee de materia orgánica el suelo que nutre los distintos cultivos de papas realizados durante el año en el mismo terreno.



Como se ha mencionado anteriormente, el bosque de castaños, en Canarias, adquiere una mayor densidad a unos 800 metros sobre el nivel del mar, en la vertiente norte de las islas más altas. En dicha cota, la vegetación potencial es el monteverde húmedo, por lo que no es de extrañar que los castaños, en dicha zona, se puedan observar integrados en este bioma. Es común, pues, encontrar castañeros desarrollándose junto a elementos botánicos como la faya (Myrica faya) o el brezo (Erica arborea). Es más habitual observar castaños desarrollándose junto a vegetales más propios del fayal-brezal que a los de la laurisilva; esto se debe a que, allí donde antaño se cultivó, degradándose por tanto la formación de monteverde original, los vegetales arborescentes de la laurisilva, de desarrollo muy lento, no han podido “competir” con las plantas más propias del fayal-brezal en la recolonización de las zonas abandonadas de cultivo. Aun con todo, existen localizaciones, como en los términos municipales de El Sauzal y La Matanza de Acentejo, ambos en Tenerife, donde podemos observar castaños salvajes junto a plantas como el laurel (Laurus azorica), propias de la laurisilva. En menor medida, también es posible observar castañeros asociados al pino canario (Pinus canariensis), este bosque es más común observarlo en vertiente Sur de Tenerife y en la vertiente Este de la isla de La Palma, donde en la cumbre de los municipios de Breña Alta y Mazo, resulta llamativa una gran extensión de ladera ocupada con esta asociación.

Hongos
Cabe destacar que en la temporada otoño-invierno de cada año, en la vertiente norte de las Islas Canarias, donde el bosque de castañeros tiene presencia, se pueden localizar numerosas especies de hongos. Las condiciones humedad ambiental alta, sombra y temperaturas suaves de este medio, son propicias para el desarrollo de numerosos hongos y comunidades liquénicas. Algunos ejemplos a destacar son las micenas (entre las cuales se puede citar las especies Mycena flavoalba y Mycena epipterygia), además del rebozuelo (Cantharellus cibarius) y la rúscula blanca (Russula delica), entre otros.


Fauna
Dependiendo de en qué lugar el bosque de castañeros se haya naturalizado, el componente faunístico de este ambiente podrá variar enormemente, ya que dependerá del tipo de bioma potencial de la zona en cuestión, de la presencia de fuentes de agua y cultivos en los alrededores, de la cercanía a áreas pobladas por humanos o a zonas forestales, y del grado de integración de los castañeros en el bioma potencial en un determinado lugar.
En general, podremos observar una ingente cantidad de invertebrados polinizadores tales como lepidópteros, dípteros polinizadores, coleópteros e himenópteros de diversa índole. En épocas húmedas, caracoles, babosas y miriápodos recorren el suelo y los troncos de este ambiente, mientras que en la época estival, los grillos hacen sonoras las noches y atardeceres.
En el ámbito de los vertebrados, por su parte, cabe destacar la presencia de un gran número de pequeños roedores, que son depredados por rapaces diurnas y nocturnas. Otros elementos de la avifauna típica de este ambiente son el pinzón vulgar, el mirlo común euroasiático, el petirrojo, el herrerillo canario y el mosquitero canario, entre muchos otros.









A. Ratón doméstico (Mus musculus) buscando alimento entre inflorescencias caídas de castañeros
B. Hormiga roja (Messor hesperius)
C. Mariposa blanca de la col (Pieris brassicae)
D. Saltamontes Aiolopus sp.
E. Chrysotoxum triarcuatum, se trata de un díptero polinizador endémico de Tenerife
F. Panal de avispa cartonera europea (Polistes dominula)
G. Herrerillo canario (Cyanistes teneriffae)
H. Petirrojo de Tenerife (Erithacus rubecula sp. superbus)
I. Mosquitero canario (Phylloscopus canariensis)
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¡Saludos a todos!
Néstor Domínguez.
Bibliografía
- González Hernández, Yaiza. Guía los castañeros de la Orotava. Cabildo Insular de Tenerife. Servicio Técnico de Agricultura y Desarrollo Rural. Producido por Cultania. Depósito legal TF 1307-2017. 2017.
- Naranjo Rodríguez, Rubén & Escobio García, Vicente. El castañero (Castanea sativa mill.) en las Islas Canarias: su evolución en el paisaje insular. Consideraciones etnobotánicas. Digitalizado por ULLPGC. Biblioteca Universitaria. 2009
- Pereira Lorenzo, Santiago; Ríos Mesa, Domingo; González Díaz, Antonio Javier & Ramos Cabrer, Ana María. Los castañeros de Canarias. Caracterización morfológica y molecular de las variedades de Tenerife y La palma. CCBAT-CAP (CCBAT – Cabildo de Tenerife, CAP – Cabildo de La Palma). ISBN: 84-87340-80-6. Depósito Legal: TF 2366/2007. 2007.
