MONTEVERDE HÚMEDO. LAURISILVA Y FAYAL-BREZAL

ÍNDICE

GENERALIDADES

Monteverde húmedo es el nombre que recibe el paisaje y bioma boscoso, exclusivo hoy de la región macaronésica, que se desarrolla sujeto a la influencia directa de la humedad transportada por los vientos alisios. Está compuesto  por la combinación de dos formaciones boscosas perennifolias, que coexisten juntas bajo este ambiente; estas son la laurisilva y el fayal-brezal.

Monteverde húmedo en Tenerife (foto de Néstor Domínguez)

El registro fósil indica que este tipo de bosque es muy antiguo, se originó hace alrededor de 20 millones de años durante el Cenozoico (eón Neógeno). Hasta la llegada de las glaciaciones del Cuaternario, la laurisilva era uno de los paisajes dominante en los trópicos terrestres, pero el nuevo régimen climático acabó con este bioma en el territorio continental y en la mayor parte de islas en las que se encontraba. El monteverde húmedo actual está formado, por un lado, por parte de los últimos reductos de esta mencionada laurisilva primigenia, que en algunas escasas zonas del mundo, como es el caso de la región macaronésica, siguen teniendo las condiciones climáticas que necesitan para su desarrollo y, por otro lado, por la formación boscosa denominada fayal-brezal, propia de dicha región, que en el monteverde húmedo coexiste con la laurisilva.

Actualmente, el monteverde húmedo podemos encontrarlo en Canarias, Azores y Madeira, donde las temperaturas medias anuales son suaves y la presencia de los vientos alisios hace que exista un aporte de humedad alto la mayor parte del año. De este modo, se recrean las condiciones ambientales que reinaban en la región hace 20 millones de años, las cuales, por consiguiente, permiten que este bioma exista hoy en día. La altura sobre el nivel del mar que la isla, necesariamente, debe adquirir para que la influencia de los alisios sea suficiente como para albergar un dosel de monteverde, es de entre 500 y 1500 metros sobre el nivel del mar, por lo que solo es posible su formación en las islas más altas. Además, es necesaria la influencia directa del alisio, por lo que solo se dará en la vertiente donde lo vientos húmedos incidan de forma directa, o bien, en lugares donde la humedad ambiental sea lo suficientemente alta, como por ejemplo en algunos barrancos. En el caso de las Islas Canarias, el monteverde húmedo se da en alturas comprendidas entre 500 y 1500 metros en la cara norte de las islas de Tenerife, La Palma, Gran Canaria y La Gomera. En esta última, se encuentra también presente en la zona central; hablamos del Parque Nacional de Garajonay, debido a que este parque tiene forma de caldera donde, por su altura, se deposita de forma directa la nubosidad de los alisios, creando las condiciones adecuadas para la formación del monteverde. En otras vertientes de las islas, se puede observar este bioma de forma testimonial en barrancos que, por su orientación, reciben aporte adicional de humedad procedente de la nubosidad de los vientos alisios.

Tradicionalmente, el monteverde húmedo ha servido como zona de obtención de materias primas, como la madera, hasta tiempos recientes, así como de zona de pastoreo. La sobreexplotación de este medio ha causado su reducción drástica, o incluso, su desaparición en múltiples zonas donde se puede desarrollar potencialmente. Otros recursos destacables que nosotros, los humanos, hemos obtenido de este medio son la cal de su suelo y, por supuesto, el agua que emana de sus múltiples manantiales y afluentes. Otro factor que ha hecho desaparecer este medio, es el uso de suelo para edificaciones urbanas.

Antiguas cuevas de extracción de cal en Tenerife (foto de Néstor Domínguez)

GEOLOGÍA

El alto aporte hídrico y la acción directa del abundante dosel vegetal son los principales agentes que han modelado el terreno sobre el que se asienta el monteverde. Según el Soil Survey Staff (1999), citado por Guerra-García et al. (2014), los suelos bajo el monteverde son, principalmente, Andosoles y Cambisoles ándicos con un régimen hídrico de tipo údico1. Los materiales basálticos consolidados (coladas) miocénicos son los que ocupan una mayor extensión en estas áreas y constituyen el material de partida para la génesis de la mayoría de los suelos. Las coladas basálticas y sálicas del Plioceno y Pleistoceno ocupan la segunda posición, por extensión superficial, entre los materiales geológicos sobre los que se han desarrollado los suelos de estos bosques (Guerra-García et al., 2014).

Al avanzar por los senderos de este tipo de bosque, es fácil observar en taludes y zonas con derrumbes una alta estratificación del suelo. Manchas oscuras y rojizas ubicadas a cierta profundidad, delatan la acción del agua que humedece el suelo la mayor parte del año, ya que causa oxidación de metales y modifica la textura del suelo donde el agua queda atrapada. Así mismo, llama la atención la abundante capa húmica y de hojarasca depositada, con el paso del tiempo, con distinto grado de descomposición. Esta capa de material blando sirve de refugio a numerosas especies de invertebrados; muchos de ellos, como los gasterópodos, influyen directamente en la mineralización del  suelo, ya que digieren directamente los residuos vegetales que abundan en este sustrato.

En esta imagen, se aprecia la gran cantidad de material orgánico del suelo del monteverde húmedo (foto de Néstor Domínguez)

En zonas con poca pendiente, podemos observar Andosoles maduros, formados sobre el material poroso superficial que han dejado las últimas coladas volcánicas. Están caracterizados por su color oscuro, que se degrada a medida que se avanza en profundidad, y que es producido por la inclusión de material orgánico mineralizado en la porosidad propia de este suelo. Estos suelos son ricos en complejos organo-metálicos, además de eficientes retenedores de humedad útil para las plantas. Los “jóvenes” Cambisoles, con sus bien diferenciados estratos, son fáciles de observar también en este medio. Estos se han podido formar, principalmente, en zonas con afluentes gracias al alto aporte hídrico, al continuo aporte de material arrastrado por el agua y a la baja saturación en bases del material volcánico primigeneo. En las zonas con mayor pendiente, no se pueden desarrollar suelos profundos, por lo que predominan los Leptosoles mólicos, de escasa profundidad pero con una cierta diferenciación, debido al continuo aporte de materia orgánica del rico dosel vegetal. Para el ojo del visitante, el Leptosol se presentará como una capa esponjosa sobre la misma roca madre, en laderas donde se han producido derrumbes.

Ya que los suelos del monteverde son ricos en materia orgánica y en complejos organo-minerales, además de buenos retenedores de la humedad útil para la planta, han sido explotados a lo largo del tiempo para la agricultura, especialmente después de la llegada y asentamiento de la sociedad europea a partir finales del siglo XV.

CLIMA

La incidencia directa de los vientos alisios la mayor parte del año, produce alta acumulación de nubosidad y abundantes precipitaciones en forma de agua (las heladas son muy escasas), cayendo además de forma bastante uniforme a lo largo del año. La pluviometría media anual puede superar los 900 mm, con precipitaciones superiores a los 200 mm en los meses más lluviosos (régimen hídrico údico) (Aboal Viñas, 1998, citado por Guerra-García et al., 2014). Las temperaturas medias, por su parte, son relativamente suaves, estables y con poca oscilación térmica. En cuanto al régimen térmico de estos bosques, la temperatura media anual está cercana a los 15 °C, con una mínima media de unos 11 °C y una máxima media de unos 21 °C (régimen térmico mésico) (Guerra-García et al., 2014). Cabe resaltar que la alta humedad relativa en el aire intensifica la sensación térmica de frío, por lo que, pese a que la temperatura ambiental no sea necesariamente baja, siempre es aconsejable equiparse con ropa de abrigo e impermeable para caminar por el monteverde. Por otro lado, la altura del dosel vegetal hace que escasee la luz ambiental mucho antes del anochecer, así que, si vamos por la tarde, no está demás portar alguna linterna.

En el monteverde, podemos observar el fenómeno conocido como “lluvia horizontal”, el cual consiste en un constante goteo procedente de las hojas de los árboles que dominan el paisaje. La causa de este fenómeno es la condensación de la alta humedad del aire sobre las hojas, con el consecuente posterior goteo de agua desde las mismas. Como adaptación evolutiva a este hecho, es común que las plantas de la zona posean ricas capas cerosas que recubren sus hojas; así se ayuda a la evacuación del agua de la parte aérea, evitándose su podredumbre, al tiempo que la planta se “riega” a sí misma mojando su zona radicular.

FLORA

La diversidad vegetal del monteverde húmedo es variada y rica en endemismos, superando ampliamente las 700 especies. Llama la atención del que observa este paisaje el tupido dosel foliar, del que cuelgan cientos de lianas y plantas trepadoras. Dado que las plantas dominantes son árboles perennifolios, es el verde oscuro brillante el tono que domina todo el año con, aparentemente, ausencia de flores. En efecto, la poca luz solar ha modificado evolutivamente muchos vegetales de este bioma, que han recurrido a la producción de aromas para atraer a los insectos polinizadores, en lugar de presentar flores espectaculares en tamaños y colores.

En el monteverde húmedo, el dosel vegetal es exuberante, tupido y sin demasiadas flores llamativas (foto de Néstor Domínguez)

Como hemos dicho anteriormente, el monteverde húmedo se compone de dos formaciones arbóreas que, si bien coexisten juntas, presentan singularidades que las diferencian:

  • Laurisilva: antiguo bosque cenozoico, compuesto principalmente de lauráceas en combinación con otras especies arbóreas que presentan convergencia evolutiva con el laurel. También recibe el nombre de “selva templada perennifolia” y “bosque laurifolio”. En el mundo, se presenta en forma de bosques aislados, situados entre 25 y 40° de latitud, tanto norte como sur, y siempre ligada a condiciones de alta humedad, nubosidad y temperaturas templadas. Podemos encontrar laurisilva en la costa oeste de Canadá, en Florida, en el sur de China, en Uruguay, en Chile, en el sureste de Australia, en Nueva Zelanda y, por su puesto, en los archipiélagos de la región macaronésica, entre otras localizaciones.
  • Fayal-brezal: este es un bosque de especies arborescentes, propio de la región macaronésica, algo más xerófilas y más resistentes a las bajas temperaturas que las propias de la laurisilva. Ocupa las cotas más altas del monteverde, donde el aporte de humedad es algo menor, siendo la transición de laurisilva a fayal-brezal bastante progresiva, generalmente. También es posible observarlo en zonas donde la laurisilva ha desaparecido por completo, quedando como remanente de la existencia de esta.

A continuación, nos adentraremos en algunas de las especies vegetales del monteverde, y que ocupan ambos pisos de vegetación:

  • Acebiño (Ilex canariensis): se trata de un arbusto común en este bioma. Puede alcanzar los 10 metros. Sus hojas se asemejan a las del laurel pero poseen alguna espina. La estrategia de reproducción de este arbusto se basa en la formación de “chupones”, que son tallos que parten de la base del árbol y que sustituirán al tallo principal una vez muera.
  • Barbusano (Apollonias barbujana): este endemismo de la Macaronesia es un árbol que puede alcanzar gran porte (hasta 30 metros). Crece en ambientes sombríos y es más resistente a la sequía que la mayoría de las plantas de este bioma.
  • Bechochina (Davallia canariensis): al igual que el anterior, se trata de helecho muy conocido en jardinería. Adquiere porte colgante cuando crece y necesita ambiente sombrío.
  • Brezo (Erica arborea): este arbusto es uno de los principales componentes del monteverde y del fayal-brezal. Se reconoce fácilmente por el aspecto de sus hojas, las cuales son acículas brillantes. Además, es uno de los árboles más vistosos de este bioma en su floración, ya que se cubre de numerosas flores blancas.
  • Faya (Myrica faya): esta especie arbórea perenne es la principal representante del fayal-brezal. Se trata de un árbol que puede alcanzar los 20 metros de altura y es endémico de la Macaronesia. Posee una floración poco llamativa pero muy abundante y sus frutos, de aspecto oscuro, globoso y arrugado, son comestibles.
  • Follao (Viburnum tinus): este árbol se conoce también como “laurel salvaje” y “durillo”. Su rasgo más distintivo es su fruto azul oscuro brillante y ligeramente aromatizado.
  • Gibalbera (Semele androgyna): se trata de una asparagácea trepadora presente en la Macaronesia. Se caracteriza por disponer sus pequeñas flores blanquecinas, y posteriormente sus frutos, en el borde de sus hojas.
  • Helechilla  (Vandenboschia speciosa): este pequeño helecho, de la familia de las Himenophillaceae, forma un rizoma y sus frondes no suelen superar los 40 cm de largo.
  • Hiedra canaria (Hedera canariensis): esta planta trepadora, de porte leñoso, es muy  común en la laurisilva. Suele crecer sobre árboles y sus ramas alcanzan varios metros de longitud.
  • Hija (Prunus lusitanica): este árbol, de pequeño tamaño, se puede observar en el monteverde. Su rasgo más distintivo es su enorme ramillete de flores blancas.
  • Laurel (Laurus azorica): árbol perennifolio común en este paisaje. Posee una conocida hoja (usada como condimento) lanceolada, lustrosa y muy brillante en el haz. Pertenece a la familia de las lauráceas que, debido a su distribución, dan nombre a la laurisilva.
  • Madroño canario (Arbutus canariensis): este árbol de porte mediano es un endemismo de Canarias. Crece en las zonas limítrofes del monteverde , donde hay algo más de luz del sol. Su característica más distintiva es el aspecto quebradizo de su corteza, la cual se desprende en tiras.
  • Mocán (Visnea mocanera): árbol de tronco delgado y muy ramificado, más común en las zonas limítrofes del monteverde y en claros del bosque. Es endémico de la Macaronesia.
  • Morgallón (Ranunculus cortusifolius): esta herbácea endémica de la Macaronesia, puede alcanzar 60 cm de altura. Tiene una morfología robusta, siendo su aspecto más destacado su flor, por su color amarillo brillante.
  • Naranjero salvaje (Ilex perado): este árbol, de hasta 15 metros de altura, recibe su nombre por sus frutos, caracterizados por su forma globosa y su color naranja o rojo. Si bien es cierto que pueden recordar a una naranja en miniatura, los frutos de este árbol no son comestibles.
  • Palo blanco (Picconia excelsa): este endemismo macaronésico puede superar los 10 metros de alto. Pertenece a la familia de las oleáceas y su fruto recuerda a una aceituna.
  • Pata de cuervo (Geranium canariense): esta herbácea es también conocida como “geranio de monte”. Es una planta anual que puede alcanzar un sorprendente porte de 2 metros de altura y está adaptada al ambiente sombrío y húmedo del monteverde húmedo.
  • Pata de gallina (Polypodium macaronesicum): conocida en jardinería como “polipodio”, esta especie presenta una resistencia a la sequía algo superior a la de otros helechos del monteverde.
  • Penco (Dryopteris oligodonta): en Canarias, recibe el nombre de “helecho macho”. Es un habitual de la laurisilva, creciendo en los entornos más sombríos.
  • Penco de estrella (Polystichum setiferum): esta dripoteridácea es un helecho usado en jardinería. Sus frondes crecen verticalmente desde el rizoma y pueden alcanzar 1,2 metros de longitud.
  • Penco macho (Diplazium caudatum): este helecho crece en ambientes sombríos y húmedos. Es muy sensible a la alteración de su hábitat.
  • Peralillo (Maytenus canariensis): este arbusto es un endemismo canario. Su nombre se debe a que su porte recuerda al de un peral. Pertenece a la familia de las celastráceas.
  • Pirguan (Woodwardia radicans): conocido como ”píjara”, este helecho posee frondes que pueden alcanzar hasta los 2.5 metros de largo. Presenta altas exigencias climáticas, ya que necesita ambientes húmedos, sombríos, alto aporte de agua y suelo preferentemente arcilloso.
  • Siempreviva (Myosotis latifolia): esta herbácea, muy conocida en jardinería, puede crecer en el ambiente del monteverde húmedo. En este bioma, se diferencia por sus flores, de aproximadamente 1 cm y normalmente azules, blancas o rosadas.
  • Tambaruche (Tamus edulis): este endemismo de la Macaronesia es una planta lianoide que forma tubérculos subterráneos.
  • Tejo (Erica scoparia): este arbusto perennifolio está presente en zonas de monteverde húmedo. Llaman la atención sus pequeñas flores rojizas con pétalos soldados.
  • Til (Ocotea foetens): este árbol, endémico de la Macaronesia, puede alcanzar los 30 metros de alto. Se puede encontrar en regiones de laurisilva y su rasgo más identificativo es su fruto, parecido a una bellota.
  • Viñátigo (Persea indica): este árbol, endémico de la Macaronesia, es un habitual de la laurisilva. Es característico el color rojizo que adquieren las hojas más viejas, delatando su posición en el verde paisaje del monteverde húmedo.

HONGOS

El ambiente oscuro y húmedo, sumado a la gran cantidad de depósitos de materia orgánica del suelo del monteverde húmedo, hace que este sea un ambiente propicio para el desarrollo de numerosas especies de hongos y asociaciones liquénicas. Es posible observarlas todo el año y, en especial, en invierno. Además, son numerosas y llamativas las especies que se han adaptado a desarrollarse, de forma aérea, en el tronco de los árboles.

A continuación, nombraré algunas especies de hongos típicas del monteverde húmedo:

  • Yesquero aplanado (Ganoderma applanatum): se trata de un hongo cuyo carpóforo (estructura reproductiva) es perenne y puede alcanzar los 50 cm de diámetro. Se desarrolla sin pie sobre la madera de los árboles.
  • Cola de pavo (Stereum reflexum): la estructura reproductiva de este hongo (carpóforo) crece sobre la madera de los árboles. Presenta una forma circular, ligeramente ondulada y con presencia de anillos concéntricos. Su diámetro normal  es de alrededor  5 cm.
  • Estéreo rugoso (Stereum rugosum): este hongo crece en la corteza de los árboles. Presenta una forma de pelota rugosa, marrón y con profundos pliegues. Cuando está esporando, se torna blanquecino.
  • Hígado de buey (Fistulina hepatica): esta fistulinacea es rojiza, de unos 25 cm y de aspecto gelatinoso. Tal y como sugiere su nombre vulgar, se asemeja a un hígado animal. Crece sobre la madera de los árboles.
  • Micena (Mycena flavoalba): esta especie comestible crece en el suelo. su estructura reproductiva mide, aproximadamente, 8 cm de largo y presenta un color blanquecino.
  • Micena de los helechos (Mycena epipterygia): esta micena forma un sombrero marrón claro de aproximadamente 10 cm de alto. En un principio es cónico, pero evoluciona a una forma de paraguas a medida que se desarrolla.
  • Xilaria de la madera (Xylaria hypoxylon): este pequeño hongo tiene una forma parecida a un alga y crece sobre la madera. Durante la mayor parte del año, forma un conidio2 negro de alrededor de 5 cm. Su estructura reproductiva es un himenio3 de forma imperfecta, blanquecino en un principio y oscuro al madurar.
  • Madre del laurel (Laurobasidium lauri): tal y como sugiere su nombre, esta especie es muy común observarla en la laurisilva, creciendo en los troncos de los árboles. La zona del tallo afectada por este hongo se inflama visiblemente. Del consecuente abultamiento, brotan las estructuras reproductivas del mismo, en forma de racimo filamentoso de hasta 20 cm de longitud. Su color es marrón oscuro.
  • Estrella de tres capas (Geastrum triplex): es la especie de mayor tamaño dentro del genero Geastrum. Cuando el carpóforo madura, adquiere un aspecto de estrella con entre 6 y 8 brazos triangulares de color crema. En su interior, la estructura reproductiva, de aspecto globoso, tiene un orificio apical para esporar.
  • Clitocibe blanco (Clitocybe rivulosa): esta especie, común de observar, produce una estructura reproductiva en forma de sombrero blanquecino cóncavo, que se aplana a medida que se desarrolla. Su pie es corto y ligeramente curvado.

FAUNA

El monteverde húmedo es reserva de numerosas especies de animales, principalmente invertebrados. La abundancia de recursos en este bioma, especialmente la gran cantidad de agua disponible, ha motivado el asentamiento de numerosas especies que, si bien se encuentran también en otros ambientes, en el monteverde son más numerosos. Cabe destacar que en el Parque Nacional de Garajonay, en la isla de La Gomera, se estima la existencia del excepcional número de 13.6 especies endémicas por kilómetro cuadrado, según datos aportados por el Gobierno de Canarias.

La existencia de microhábitats dentro del bioma, ha favorecido la especilización evolutiva de los animales de la zona, observable principalmente en los invertebrados. Así, podemos encontrar especies que solo habitan en el suelo entre las hojarasca, en el tronco de los árboles o bien en zonas encharcadas, entre otros ejemplos. En el espectro de animales vertebrados, mucho menos numerosos que los invertebrados, nos encontramos con la predominancia de aves y pequeños mamíferos, algunos altamente adaptados a este medio. Los reptiles y anfibios, por su parte, son mucho menos numerosos, por las condiciones reinantes de sombra y nubosidad, lo que dificulta el desarrollo de sus poblaciones.

A continuación, nombraremos algunas de las numerosas especies de animales que habitan en el monteverde húmedo:

  • Chicharra de Willemse (Canariola willemsei): esta especie, de color pardo, habita en Tenerife y La Gomera, entre la hojarasca del suelo. No posee alas desarrolladas.
  • Cigarra tinerfeña (Calliphona koenigi): esta es una especie predadora, habitual del monteverde y de las zonas colindantes. Suele habitar en las copas de los árboles, pero también es observable en el suelo entre la hojarasca.
  • Gorgojo (Laparocerus schoenherr): este gorgojo, de tonalidad oscura, parasita múltiples especies vegetales del monteverde. Se puede observar también en el suelo entre la hojarasca.
  • Picudo de la tabaiba de monte (Rhopalomesites euphorbiae): este raro coleóptero, de aproximadamente 1 cm y cuerpo alargado, está en peligro de extinción, ya que solo se alimenta de la también amenazada tabaiba de monte (Euphorbia mellifera). Habita en la isla de La Palma.
  • Napaeus (Napaeus baeticatus): esta es una de las múltiples especies de caracol del género Napaeus que podemos ver en este bioma. Es pequeña, a veces vistosa y forma una concha puntiaguda. Es endémica de la región macaronésica.
  • Falsa babosa (Plutonia reticulata): los moluscos del género Plutonia son habituales en las zonas más húmedas del monteverde húmedo. Poseen una pequeña concha gelatinosa que los identifican.
  • Falsa babosa grande (Plutonia oromii): los moluscos del monteverde juegan un papel fundamental en la descomposición de la materia orgánica del suelo. Entre los representantes del género Plutonia, tenemos a P. oromii, que se distingue por su tamaño, ya que puede alcanzar los 5 cm.
  • Escarabajo apestoso (Broscus crassimargo): es un escarabajo endémico de la isla de La Gomera. Es un coleóptero nocturno y cazador. Presenta un color negro y mide 2.5 cm de largo aproximadamente. Habita en el suelo, en la capa de hojarasca y bajo las rocas. Su nombre vulgar  se debe al olor hormonal que segrega, el cual es realmente nauseabundo.
  • Gavilán (Accipiter nisus ssp. granti): ocupando la cúspide de la pirámide alimenticia de este bioma, nos encontramos al gavilán. Es una rapaz de mediana envergadura, adaptada evolutivamente a las zonas boscosas y a volar entre árboles. En comparación con otras rapaces, tiene las alas proporcionalmente cortas y la cola más larga de lo normal. Esta estructura le da maniobrabilidad en vuelo para evitar las ramas mientras se desplaza velozmente por el bosque. Sus presas favoritas son otras aves más pequeñas. Esta subespecie de gavilán habita tanto en Madeira como en la Islas Canarias.
  • Aguililla (Buteo buteo): el aguililla o busardo ratonero, es la mayor ave de presa que se puede avistar en ese ambiente. Generalmente, prefiere las zonas limítrofes del bosque para anidar y elige para ello los árboles más altos. No es común que se introduzca en el interior del oscuro ambiente del monteverde húmedo. En la IOC Word Bird List (2020) figura la existencia de dos subespecies en la región de la macaronesia; estas son, por un lado, B. b. insularum, propia de Canarias y azores, por otro lado B. b. harterti, que habita en Madeira.
  • Cernícalo (Falco tinnunculus): este es el cernícalo común de la subespecie canariensis. Es una rapaz de tamaño mediano, que al igual que el aguililla, no suele adentrarse en el seno del monteverde, manteniendo su área de caza en las zonas limítrofes y en zonas con claros. También se puede avistar en zonas limítrofes con cultivos, o bien, con otras formas de actividad humana. Es fácilmente reconocible en vuelo, por su habilidad para mantenerse estática en el aire por cortos periodos de tiempo. Según Gill et al. (2020), en su IOC Word Bird List (2020), en las macaronesia podemos encontrar varias especies de cernícalo: F. t. canariensis en las Islas Canarias centro-occidentales y en Madeira, F. t. dacotiae en las Islas Canarias orientales, F. t. neglectus en el norte de Cabo Verde y F. t alexandri en el sur de este mismo archipiélago.
  • Búho chico (Asio otus ssp. canariensis): de entre las escasas especies de rapaces nocturnas que hay en el monteverde, esta es la más común. Es un pequeño búho, de tamaño medio y porte estilizado. Puede habitar en zonas urbanas.
  • Lechuza (Tyto alba): esta bonita ave de tamaño medio, podemos encontrarla en zonas de monteverde. Su disco facial, blanco y redondeado, es su característica más reconocible. Las subespecies de lechuza presentes en territorio de Monteverde, según la IOC Word Bird List, son las siguientes: T a. schmitzi en Madeira, T. a. garcilirostris en las Islas Canarias y T. a. detorta en Cabo Verde.
  • Paloma turqué (Columba bollii): este endemismo de Canarias depende totalmente de la laurisilva. Su plumaje es azul oscuro o violáceo, con pecho color vino y banda blanquecina en la cola. Anida en árboles.
  • Paloma rabiche (Columba junoniae): esta paloma es endémica de Canarias. Comparte hábitat con C. bollii en el monteverde, y es de aspecto similar a esta, pero también ocupa otras zonas más secas, especialmente barrancos. Suele anidar en taludes verticales o en el propio suelo.
  • Pinzón vulgar (Fringilla coelebs): en la región macaronésica habitan las siguientes subespecies de pinzón vulgar: F. c. moreletti en Azores, F. c. Maderensis en Madeira, F. c. canariensis en las islas de Tenerife y La Gomera, F. c. bakeri en Gran Canaria, F. c. ombriosa en El Hierro y F. c. Palmae en la isla de La Palma (Gill et al., 2020). Esta versátil ave ocupa, entre otros biomas, el monteverde. Es fácilmente distinguible, especialmente el macho con su plumaje azul y beige. Es de carácter valiente y amigable con el humano.
  • Herrerillo (Cyanistes teneriffae): esta vistosa y acomodadiza paseriforme puede habitar en el monteverde. Los machos son muy llamativos, con su color azul y blanco con antifaz negro. En la región de la macaronesia podemos encontrar las siguientes subespecies de herrerillo: C. t. palmensis en la Isla de La Palma, C. t. degener en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, C. t. ombriosus en La isla de El Hierro, C. t. teneriffae en la Islas de La Gomera y Tenerife y C. t. hedwigae en La isla de Gran Canaria (Gill et al., 2020).
  • Mosquitero canario (Phylloscopus canariensis): en este bioma boscoso es común observar el mosquitero canario. Es una paseriforme que habita las Islas Canarias centrales y occidentales. Su color marrón, con un toque verdoso, no es muy llamativo, camuflándose perfectamente en el entorno boscoso.
  • Reyezuelo sencillo (Regulus regulus): este reyezuelo es una de las especies de ave más pequeñas de Europa. Es un habitual de las zonas boscosas, especialmente del fayal-brezal. Normalmente, no supera los 15 cm de envergadura. Es de color verdoso con franjas alares negras, y posee una llamativa cresta, naranja en los machos y amarilla en las hembras. Algunas de las subespecies que podemos observar en la Macaronesia son R.r. teneriffae en las islas de La Gomera y Tenerife, R.r. ellenthalerae en La Palma y en El Hierro, R. r. azoricus en la isla se San Miguel, R. c. sanctaemariae en la isla de Santamaria y R. r. inermis en las islas centro-occidentales del archipiélago de las Azores.
  • Petirrojo (Erithacus rubecula): esta valiente y versátil paseriforme puede anidar en el monteverde húmedo. Sin duda, su rasgo más distintivo es su pecho anaranjado. En las subespecies insulares de Canarias, es común que presente una aureola gris alrededor de esta mancha grande naranja. Según Gill et al. (2020), las subespecies de petirrojo presentes en la macaronesia, definidas en la IOC Worl Bird List, son E. r. superbus en Tenerife y E. r. marionae en Gran Canaria.
  • Mirlo (Turdus merula): el mirlo común euroasiático es un habitual en el monteverde y son aves fáciles de localizar. Son de color negro, con algunas manchas grisáceas en los ejemplares hembra. El pico y las patas son de un llamativo amarillo. Las subespecies de mirlo presentes en la región de la macaronesia, según Gill et al. (2020) en su obra IOC Worl Bird List son, por un lado, T. m. azorensis en las Azores, y por otro lado, T. m. cabrerae en Madeira y las Islas Canarias.
  • Cuervo grande (Corvus corax spp. canariensis): el cuervo es un ave sumamente adaptable a multitud de medios y, entre ellos, a los bosques densos como el monteverde.
  • Lisa (Chalcides viridanus ssp. coeruleopunctatus): aunque los reptiles no son habituales en ambientes boscosos, las lisas se pueden observar en las zonas más clareadas. Su nombre vulgar se debe al aspecto de su piel.
  • Murciélago rabudo (Tadarida teniotis): este corpulento murciélago puede habitar en áreas de monteverde y en sus zonas limítrofes.
  • Murciélago de Madeira (Pipistrellus maderensis): este pequeño murciélago sin pelo es muy adaptable. Puede formar grandes colonias en zonas de bosque húmedo.
  • Rata (Ratus ratus): las ratas, introducidas por el hombre posiblemente en el siglo XV, se han adaptado a este húmedo ambiente perfectamente. Además, han puesto en peligro múltiples especies propias del delicado ambiente de la laurisilva.
  • Ratón doméstico (Mus musculus): es otro mamífero introducido que, por su capacidad de adaptación, se ha adentrado en el ambiente del monteverde húmedo.

Hemos terminado  este recorrido por algunas de las numerosas especies de este mágico paisaje que es el monteverde húmedo. Si te ha gustado, puedes dejar un like o compartirlo en las redes sociales. Si conoces a alguien que le pueda interesar este tema, tienes la opción de enviárselo. Dispones de todos los iconos después de la foto final, tras la bibliografía.

¡Saludos a todos!

Néstor Domínguez.

NOTAS A PIE DE PÁGINA

  1. Régimen údico en un suelo, indica gran aporte de humedad y encharcamientos constantes. La saturación en agua modifica las características físico-químicas del suelo. Este régimen requiere, además, de la ausencia de heladas.
  2. Un conídio es una forma asexual de un hongo. Su desarrollo culmina con la formación de la estructura reproductiva.
  3. El himenio es la parte del sombrero de una seta donde se producen la esporas. Generalmente tiene forma de láminas.

BIBLIOGRAFÍA

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