POSIBLE SUCESIÓN ECOLÓGICA SECUNDARIA EN LAS MEDIANÍAS DE LA VERTIENTE NORTE DE TENERIFE: DE CULTIVO ABANDONADO A FAYAL-BREZAL

Cultivo abandonado en las medianías de Tenerife (fotografía de Néstor Domínguez)

Índice

Sucesión ecológica

Una sucesión ecológica es un proceso natural en el que un bioma va evolucionando con el tiempo. La biocenosis se modifica de forma que unos taxones (de la comunidad ecológica potencial) van sustituyendo a otros, permitiendo así que dicho bioma evolucione, de tal manera que irá aumentando su diversidad y complejidad hasta alcanzar un estado estable llamado clímax, el cual perdurará en el tiempo.

La sucesión ecológica implica que, a nivel local, las especies colonizan el biotopo en primer lugar, luego se desarrollan en él y, por último, en cierta medida, se extinguen, para ser sustituidas por otras más específicas de la biota potencial del lugar. Con el tiempo, se observa cómo unas especies, con generalmente bajos requerimientos, oportunistas y de distribución más generalista, son sustituidas por otras más específicas del bioma potencial de la zona.

Existen dos tipos de sucesión ecológica, en función del punto de partida sobre la que esta tenga lugar, llamadas sucesión ecológica primaria y sucesión ecológica secundaria.

Las diferencia esencial entre ambos tipos de sucesiones ecológicas será detallada a continuación:

  • Sucesión ecológica primaria: se da en terrenos vírgenes naturales en los que no se ha desarrollado la vida. Podría ocurrir en islas recién formadas o sobre coladas volcánicas una vez enfriadas, entre otros ejemplos.
  • Sucesión ecológica secundaria: en este caso, en el terreno sobre el que se desarrolla el bioma potencial, hubo ya vida previamente, pero fue alterado radicalmente en un momento dado, de forma que, al terminar el evento modificador, el bioma potencial se regenera sobre el lugar. Se podría dar en un bosque tras ser arrasado por un incendio, o en un terreno modificado por el humano (para construir o cultivar, por ejemplo), que posteriormente ha sido completamente abandonado, entre otros muchos ejemplos.

Ambos procesos tienen en común tres aspectos fundamentales: en primer lugar, que llegado el clímax, cuando la sucesión ha completado su desarrollo, el resultado es similar en cuanto a especies potenciales (que ocuparán el bioma en cuestión de forma definitiva); como segundo punto, que ambas formas de sucesión ecológica son procesos lentos, pudiendo prolongarse varios centenares de años en función del lugar de nuestro planeta donde se está produciendo; y por último, que durante el desarrollo de ambas sucesiones, aumenta progresivamente el número de especies y la complejidad de las relaciones que se dan entre estas.

Vertiente norte de Tenerife

El área observada y fotografiada para esta redacción se ubica en la vertiente norte de la isla de Tenerife, en el término municipal de Tacoronte. La zona está situada a una cota que ronda entre 650 y 750 metros sobre el nivel del mar y ocupa un área de unas, aproximadamente, 40 hectáreas. Está caracterizada por un uso eminentemente agrícola del suelo, al menos a nivel histórico. Actualmente, el cada vez mayor abandono de los cultivos de la zona, ha propiciado que la vegetación local, en su continua recolonización del suelo, se encuentre asentada allí donde los huertos se han dejado de cultivar.

Los principales cultivos producidos en la zona son: la vid, de la que se emplean, principalmente, las variedades listán negro y listán blanco; la papa (patata), de la que se mantiene el cultivo de variedades antiguas como «azucenas» y «bonitas» a pequeña escala en huertos familiares; y el castaño, árbol naturalizado en Canarias del que hay numerosos ejemplares aislados en esta región, que, si bien no se cultivan como tal, son utilizados por los agricultores como fuente de materia orgánica para sus cultivos y, cómo no, también para disfrute del consumo de sus castañas en otoño.

En la vertiente norte de Tenerife, la influencia de los vientos alisios mantiene unas condiciones meteorológicas caracterizadas por una usual humedad relativa alta, especialmente a partir de los 600 metros de cota, propiciada por la incidencia del alisio húmedo procedente del Océano Atlántico; además, las temperaturas son relativamente suaves a lo largo del año, variando, generalmente, entre 12 y 24 ºC. Pese a que en el municipio de Tacoronte existe una estación meteorológica que suministra datos a la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), es, sin embargo, la estación del cercano municipio de La Victoria de Acentejo, también situada en la vertiente norte de Tenerife, la que aporta datos más cercanos a la realidad de la zona observada, ya que se encuentra a una cota similar y, por tanto, las condiciones medioambientales son más equiparables a las de la zona observada.

En la zona, el bioma potencial es, principalmente, el monteverde húmedo, un bioma boscoso, exuberante y fresco, adaptado al ambiente sombrío y temperaturas suaves y sin heladas, propias de las medianías de la vertiente norte de Tenerife. El monteverde húmedo es un bioma compuesto por dos formaciones boscosas coexistentes: la laurisilva, un bosque templado cenozoico caracterizado por la presencia de grandes árboles perennifolios, y el fayal-brezal, un bosque húmedo macaronésico compuesto por especies ligadas a ambientes húmedos pero algo más xerófilas que las propias de la laurisilva. Allí donde el humano ha eliminado el monteverde húmedo, con el fin de explotar el suelo para producción agrícola, son las especies propias del fayal-brezal las que ocupan nuevamente la superficie y se desarrollan en el terreno tras ser abandonado; esto se debe a que son, principalmente, arbustos y árboles de desarrollo más rápido que las grandes especies arbóreas propias de la laurisilva.

El hecho de que numerosos cultivos de la zona observada estén abandonados, en muchos casos desde hace décadas, ha propiciado que en una escasa área considerada podamos observar tanto huertos en producción como zonas de vegetación baja local o, incluso, bosquecillos de fayal-brezal. Por tanto, y teniendo en cuenta la biota potencial existente en el lugar y la información visual que aporta esta localización en las medianías de Tacoronte, la lógica al respecto nos hace intuir cómo sería una hipotética sucesión ecológica secundaria en dicho lugar, y nos da una idea acerca de cómo un cultivo, como cualquier otro de la zona, al ser abandonado, se convierte en un bosquecillo de fayal-brezal con el paso del tiempo.

Posible sucesión ecológica secundaria

A continuación, expondré cómo, de forma hipotética y en base a lo que se puede observar en la zona, ocurriría una sucesión ecológica secundaria. Partiremos de un cultivo abandonado cualquiera, como tantos existentes en el lugar, y finalizaremos en un bosque de fayal-brezal con vegetación local.

El terreno soporte

Como hemos comentado, una sucesión ecológica secundaria tiene como punto de partida un biotopo alterado por alguna eventualidad. Así, pues, en el caso particular que estamos tratando, partimos de un terreno alterado por el humano para la producción agrícola.

En la imagen (fotografía de Néstor Domínguez), se aprecia una vid en un viñedo que muestra algunas evidencias de abandono. Pese a que aún se mantienen las viñas vivas, están descuidadas y no se han podado, al menos, durante uno o dos años. Las estructuras físicas colocadas por el humano, como la espaldera que se muestra en la imagen, empiezan a caer y oxidarse debido a la falta de mantenimiento. Por otro lado, las vegetación herbácea local ha invadido completamente el terreno

La naturaleza del sustrato de partida puede ser muy variable, debido a que dependerá de las prácticas culturales que se hayan realizado en dicha explotación; es decir, el hecho de practicar labores como subsolados y labrados habrá modificado la estructura interna del suelo, circunstancia esta que propiciará el rápido desarrollo de los sistemas radiculares de las plantas que se asienten posteriormente, e influirá, de forma determinante, en la capacidad de retención de humedad del suelo. Por otro lado, y no menos influente, la práctica de un cultivo ordinario, con aporte regular de fitosanitarios y fertilizantes, generalmente químicos, habrá modificado las características químicas del suelo, por lo que la riqueza de la microbiota del terreno de partida estará condicionada. El tipo de cultivo de partida también importa, debido a que hay plantas con una alta demanda de nutrientes que empobrecen el suelo y otras que lo enriquecen fijando nutrientes en el terreno, como por ejemplo las leguminosas, que son capaces de fijar nitrógeno, por lo que el balance químico en el sustrato será distinto en función del cultivo practicado.

En esta fotografía, podemos observar un terreno limpio, aunque no cultivado, en el que un castaño ha depositado una gran cantidad de materia orgánica. De forma tradicional, esta materia orgánica es enterrada antes de cultivar para que se recargue el sustrato en materia orgánica. Esta labor cultural junto con otros ejemplos como la realización de sorribas (aporte de suelo procedente de otro lugar) y práctica del barbecho (dejar una temporada el terreno sin cultivar) mejora la riqueza de la microbiota del suelo (fotografía de Néstor Domínguez)

En general, un terreno que ha sido explotado durante años, décadas o incluso siglos, mostrará pobreza a nivel químico (será poco nutritivo) y presentará menos riqueza en microbiota que un terreno virgen en la misma zona. El grado de degradación dependerá de la mano de los agricultores que produjeran en dicho cultivo.

Especies pioneras

Los helechos se encuentran entre los vegetales pioneros en colonizar zonas de cultivo abandonadas en las medianías de la vertiente norte de Tenerife (fotografía de Néstor Domínguez)

Tras el abandono de un cultivo cualquiera, lo habitual es que el vegetal cultivado perezca, ya que necesita de la acción directa humana para seguir vivo, sin embargo, cabe la posibilidad de que pasen décadas hasta que este hecho ocurra. En la zona observada, podemos ver viñas (Vitis vinifera) coexistiendo con vegetales autóctonos de porte medio, además de antiguos cultivos de leguminosas (familia Fabaceae) que han crecido y se han extendido sin control debido a que son plantas muy rústicas y adaptables (incluso a suelos pobres), dada su capacidad natural de fijar nitrógeno en sus nódulos1 radiculares..

Gracias a su adaptabilidad y rusticidad, otras fabaceae locales como la borraja cimarrona (Echium plantagineum) se encuentran entre las primeras plantas en colonizar un terreno abandonado.

Borraja cimarrona (Echium plantagineum) (fotografía de Ana Melisa Díaz)

Es muy evidente, en esta región de Tenerife, que los helechos son unos de los primeros seres vivos en ocupar un terreno abandonado. A su favor, para colonizar rápido nuevas zonas, poseen reproducción asexual por esporas, fácilmente transportables por el viento y, además, el clima local es propicio para su desarrollo, ya que las condiciones climáticas normales se caracterizan por temperaturas suaves y humedad relativa alta. De igual manera, podemos observar cómo las asociaciones liquénicas ocupan diversas áreas de cultivo recientemente abandonadas, asentándose, principalmente, en estructuras construidas por el humano, tales como muros y estanques.

Este cultivo abandonado presenta una importante población de helechos (fotografía de Néstor Domínguez)
Detalle de las hojas de un helecho, llamadas frondes. En su envés maduran las esporas mediante las que se reproduce la planta (fotografía de Néstor Domínguez)

Otros ejemplos de familias de plantas pioneras en asentarse en la zona son, por un lado, las gramíneas (Poaceae), cuyas semillas se dispersan fácilmente por el viento y que forman rápidamente un nutrido césped si las condiciones ambientales son adecuadas. Por otro lado, las plantas tapizantes, tales como la marañuela (Tropaeolum majus), que puede crecer entutorada2 por una planta de mayor porte, como ocurre con una del tipo enredadera.

Comunidad de marañuela (Tropaeolum majus) en un cultivo en desuso (fotografía de Néstor Domínguez)

Con el asentamiento de la diversa amalgama de especies vegetales pioneras, llegan los primeros animales, mayormente insectos y arácnidos. El número de especies y la complejidad de las interacciones que se pueden dar entre estas, aumentará desde el primer momento en el que desaparece la acción humana sobre el cultivo.

Herbáceas de bajo porte

Tras aproximadamente un año de abandono, se puede observar cómo una nutrida comunidad de herbáceas de bajo porte cubre el terreno (fotografía de Néstor Domínguez)

El número y complejidad de especies vegetales, principalmente herbáceas, aumenta en un corto periodo de tiempo. Las distintas comunidades de plantas se suceden y superponen allí donde, eventualmente, ha quedado terreno al descubierto, de forma que, pasado un año sin presencia humana, prácticamente no queda terreno sin vegetación. El asentamiento de herbáceas de bajo porte no siempre se desplaza a las especies pioneras, así podemos observar múltiples comunidades de helechos que año tras año se desarrollan y degradan en una misma zona sin variar apenas su extensión. En la mayoría de las áreas ocupadas por pequeñas herbáceas podemos observar especies locales como la citada marañuela (Tropaeolum majus), cardos (Onopordum sp.), acelgas salvajes (Beta vulgaris) y múltiples gramíneas (familia Poaceae) coexistiendo con aquellas plantas cultivadas que han sobrevivido al paso del tiempo, y, en muchos casos, desarrollándose bajo la sombra de antiguos castañeros.

Terreno con presencia de múltiples herbáceas de bajo porte (fotografía de Néstor Domínguez)

Durante los primeros años de abandono de un cultivo, además de las citadas marañuela (Tropaeolum majus), borraja cimarrona (Echium plantagineum), chicharilla azul (Vicia villosa) y chícharo (Lathyrus tingitanus), podemos ver desarrollándose, en este rincón de Tenerife, comunidades de amapolas rojas (Papaver rhoeas), adormideras (Papaver somniferum), rábanos silvestres (Raphanus raphanistrum), batatillas de indias (Ipomoea indica), vincas (Vinca minor) y cardo común (Galactites tomentosus), entre muchos otros vegetales de bajo porte.

Es común observar que, durante los primeros años de abandono, el nutrido manto de herbáceas de bajo porte convive con los ejemplares supervivientes de las plantas cultivadas. Sin embargo, éstas últimas se verán «ahogadas» progresivamente por la acumulación de especies asentadas y, finalmente, acabarán pereciendo ante la presencia de la flora autóctona. Cabe señalar que algunos ejemplares de cultivos como la vid pueden perdurar décadas vivos después de ser abandonados.

Con el asentamiento de especies herbáceas locales, la vida animal observable aumenta enormemente, principalmente en número de invertebrados. Algunos se alimentan directamente de las plantas, actuando como plagas si la población se dispara, tal es el caso de el ácaro rojo de terciopelo (familia Trombidiidae) o el chinche Tropinosa squalida. Otras especies limitan su existencia a la ocupación de huecos en el suelo, ocultándose de la luz solar y alimentándose de materia orgánica, como por ejemplo el milpiés común (Callipus sorrentinus) o las cochinillas de la humedad (Familia Oniscidae). Por otro lado, encontramos un gran número de dípteros como la mosca doméstica (Musca domestica), tábanos (familia Tabanidae) y moscas cernidoras (familia Syrphidae). Entre los principales cazadores invertebrados podríamos destacar múltiples especies de arácnidos, de los que hay un gran número de Licósidos y formadores de telas como las steatodas y la llamativa Cytophora citricola; además, uno de los invertebrados cazadores más llamativos, en este caso por su tamaño de unos 8 cm, es la libélula emperador (Anax imperator). No menos importante es la presencia de múltiples especies de polinizadores o que usen el néctar de las fanerógamas como fuente de alimento; algunos ejemplos notorios por su número son la blanquilla de la col (Pieris Rapae), la bonita Vanessa vulcania, la mariposa manto de canarias (Cyclyrius webbianus), la mariposa Pararge xiphioides (habitual en zonas de castañeros), la abeja común europea (Apis mellífera), el abejorro canario (Bombus canariensis), el Bombus ruderatus y la avispa cartonera (Polistes dominula), entre muchos otros. Bajo el nivel del suelo, florece la microbiota y especies cavadoras como la lombriz de tierra (familia Lumbricidae), muy abundante en la zona, quien airea y enriquece el terreno, tanto a nivel estructural como químico. Cabe destacar, además, que en la zona hay una gran abundancia en saltamontes, grillos y hormigas de diversas especies.

Leñosas de porte medio y herbáceas grandes

Polilla descansando en una hojas de zarza (fotografía de Néstor Domínguez)

Alrededor de cinco años después del abandono de un cultivo, la presencia de especies leñosas se hace patente y comienzan a dominar el terreno, coexistiendo con las múltiples especies herbáceas asentadas previamente. En muchos casos, su sombra y capacidad de ocupación de terreno es tal que llega a desplazar completamente al manto de herbáceas previamente establecido. Es cierto que las especies leñosas pueden empezar a crecer desde un primer momento, pero su desarrollo es más lento y, por tanto, tardan más en dominar el antiguo cultivo. A este respecto, cabe destacar que la formación arbustiva más común en la zona es el zarzal, formado por densas comunidades de zarzas (Rubus ulmifolius).

Zarzal en formación (fotografía de Néstor Domínguez)

Como ejemplo de comunidades de herbáceas de porte grande destacaré la presencia de cañizales, presentes principalmente en barranquillos donde fluye el agua de lluvia. Los cañizales están formados por una usualmente densa comunidad de cañas (Arundo sp.).

Cañizal desarrollándose en una propiedad abandonada (Fotografía de Néstor Domínguez)

La vegetación arbustiva es la base de nidificación y asentamiento de múltiples especies de aves de pequeño tamaño, como el herrerillo africano (Cyanistes teneriffae), el mosquitero canario (Phylloscopus canariensis), el mirlo común euroasiático (Turdus merula) y el petirrojo (Erithacus rubecula), entre otras muchas especies.

Arbustos y árboles

Fayal-brezal prácticamente desarrollado (fotografía de Néstor Domínguez)

En este apartado, cabe destacar la presencia de numerosos castaños en la zona observada; al igual que en otras regiones de la vertiente norte de Tenerife, los castaños, procedentes originalmente de la península ibérica, se han naturalizado llegando incluso a formar pequeños bosques de castañeros. En esta zona de Tacoronte, se presentan como ejemplares aislados que dominan el paisaje en múltiples lugares, siendo algunos de estos árboles muy antiguos. Tradicionalmente, la materia orgánica que depositan en el terreno, ha sido utilizada por los agricultores como fuente de abonado para sus cultivos año tras año.

Al margen de la presencia de los citados castaños, cabe destacar la presencia de varias pseudoacacias (Robinia pseuoacacia) cuya presencia en la zona solo se puede explicar por la acción humana. Las pseudoacacias son utilizadas como ornamento y fuente de sombra en múltiples parques y jardines; usos estos que tendrían estos árboles en una propiedad privada en otra época, cuando los caminos de este rincón de Tenerife, sin duda, eran mucho más transitados por las personas.

Los primeros ejemplares de fayas y brezos, los principales componentes del fayal-brezal (bosque potencial en la región), comienzan a adquirir un porte medio alrededor de 5-10 años de haber germinado, pero ha de pasar al menos dos décadas para que se pueda hablar de una formación boscosa de fayal-brezal desarrollada. En varias localizaciones son, sin duda, los vegetales dominantes, su sombra y capacidad de acidificar el sustrato inhibe la germinación de herbáceas pequeñas, por lo que apenas hay especies no arbóreas ni arbustivas pequeñas en estos bosquecillos de fayal-brezal.

Brezo aislado desarrollándose entre zarzas (Fotografía de Néstor Domínguez)

Cabe destacar que cerca de la zona, existe un bosquecillo de eucaliptos (Eucalyptus sp.), posiblemente plantados a principios del siglo XX con fines madereros, en el que el fayal-brezal natural de la región ha ocupado todo su perímetro; esto es una muestra de la capacidad de desarrollo y colonización, de forma natural, del bosque macaronésico en zonas arrasadas por el hombre. Un fayal-brezal no se desarrolla tan rápido como, por ejemplo, el pinar canario tras un incendio, pero su lento y aplastante desarrollo, le permite adquirir el dominio de un terreno en relativamente pocas décadas.

El desarrollo de especies arbustivas y arbóreas, permite la nidificación de rapaces tanto diurnas, como el busardo ratonero (Buteo buteo) y el cernícalo (Falco tinnunculus), como nocturnas, como la lechuza (Tyto alba) o el búho chico (Asio otus). Estas aves se alimentan principalmente de ratones y conejos que ya se reproducen por doquier, implantando sus madrigueras en la zona.

Aguililla o busardo ratonero (Buteo buteo) en vuelo (fotografía de Néstor Domínguez)

En este punto, pasadas al menos dos décadas del abandono de un cultivo, es posible que se complete una sucesión ecológica secundaria en las medianías de Tenerife, partiendo de un cultivo abandonado y dando como resultado final un fayal-brezal completamente desarrollado.

Fayal-brezal completamente desarrollado y asentado en un antiguo campo de cultivo (fotografía de Néstor Domínguez)

Con estas ultimas líneas, ponemos fin al apasionante recorrido temporal que hemos realizado para la sucesión ecológica descrita, esperando que haya sido de tu entero agrado. Si lo consideras, puedes dar un like a este post o compartirlo en las redes sociales.

¡Saludos a todos!

Néstor Domínguez

Notas a pie de página

  1. Los nódulos radiculares, presentes en las raíces de las leguminosas, son órganos en los que se produce una simbiosis ente la propia planta y una comunidad de bacterias fijadoras de nitrógeno o rizobios, las cuales necesitan hospedar a la planta para vivir y, a cambio, le proporcionan nitrógeno aprovechable obtenido del nitrógeno atmosférico.
  2. Se dice que una planta está entutorada cuando crece sujeta a algo, ya sea de forma natural o forzada por el humano. En agricultura es habitual enturorar cultivos cómo la vid y el tomate para alejar sus frutos del suelo y tener más control sobre el desarrollo de la planta.

Bibliografía

  • Ecología verde. Sucesión ecológica: definición, etapas y ejemplos. https://www.ecologiaverde.com/sucesion-ecologica-definicion-etapas-y-ejemplos-1451.html [Consultada el 15/02/21]
  • FAO. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Portal de suelos de la FAO. http://www.fao.org/soils-portal/soil-biodiversity/conservacion-del-suelo-y-agricultura/es/ [Consultada el 05/03/21]
  • IDE Canarias. Gobierno de Canarias. Visor 4.5.1. https://visor.grafcan.es/ (recurso digital) [consultado el 23/02/21]
  • Machín, Noel; Hontoria, María; Luis, Jennifer & Gonzalo, Carolina. Variedades de Vid en la isla de Tenerife. Servicio Técnico de Calidad y Valorización Agroalimentaria. Cabildo Insular de Tenerife. 2019.
  • Wikipedia. Sucesión ecológica. https://es.wikipedia.org/wiki/Sucesi%C3%B3n_ecol%C3%B3gica#:~:text=Se%20llama%20sucesi%C3%B3n%20ecol%C3%B3gica%20o,de%20unas%20especies%20por%20otras. [Consultada el 15/02/21]

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