REFUGIOS DE VIDA EN LA URBE

La población de La Matanza de Acentejo, en Tenerife, es un ejemplo de pueblo con numerosas zonas verdes (foto de Néstor Domínguez). En esta imagen, se presenta la zona conocida como «Los Nateros»

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Desarrollo urbano frente a medio natural

En las últimas décadas, el aumento poblacional de la humanidad ha inducido un daño sustancial en numerosas zonas del planeta debido a la pérdida o deterioro de numerosos ecosistemas naturales, producido por el avance del proceso de urbanización y por la consecuente búsqueda de nuevas áreas cultivables para abastecer la cada vez mayor demanda de alimentos. Tal es el caso de Bostwana y de Zambia, en África, países que acogen grandes extensiones de sabana en el primer caso, y de selva tropical en el segundo, los cuales se presentan como macrobiomas hoy amenazados por la toma de terrenos para latifundios agrícolas y para el establecimiento de nuevos núcleos poblacionales.

La pérdida de superficie de biomas, debido a las actividades humanas, es la causa directa de la amenaza y/o extinción de numerosas especies en el mundo. Los cambios ambientales inducidos por las personas, generalmente, son rápidos y determinantes en el desarrollo normal de la vida de un ecosistema. Sin embargo, un relativamente reducido número de especies en el mundo, ha demostrado ser capaz de adaptarse rápidamente y así sobrevivir en un estado de convivencia con los humanos.

En todo el mundo, se puede observar ejemplos de adaptabilidad en áreas ocupadas por los humanos. Concretamente, en lo que confiere al reino animal, podríamos citar como ejemplos numerosas especies de aves como el cuervo grande (Corvus corax), que ha aprendido a anidar en diversas construcciones y a aprovechar nuestros desperdicios como alimento; o bien, el caso de los osos que habitan en bosques limítrofes de zonas pobladas de Japón, y respecto a los cuales se puede corroborar realizan recurrentes incursiones en las urbes en busca de alimentos. Así mismo, podemos considerar el impresionante ejemplo del ratón doméstico (Mus musculus), el cual se encuentra tan ligado a las poblaciones humanas que, incluso, en grandes ciudades, prácticamente no podría vivir sin nuestros desperdicios.

El proceso de desarrollo urbano reduce drásticamente la biodiversidad de la zona donde se esté dando, debido a que solo un reducido número de especies es capaz de adaptarse a vivir en un ambiente de ciudadano, modificando su comportamiento y hábitos alimenticios de forma rápida. Esta situación, difícilmente, se podría dar de manera natural, en un medio no alterado por el humano. Dentro de una ciudad o de un pueblo son, principalmente, el conjunto de áreas verdes, como parques, jardines y huertos, además de la presencia de solares y zonas sin construir, los principales cobijos de vida natural, utilizados por el mayor porcentaje de especies que han conseguido adaptarse al ambiente urbano. Acercándonos a estas áreas, podemos observar cuáles de estas especies se han aclimatado a la cuidad y qué estrategias les han permitido lograrlo. En este post fotográfico, muestro algunos ejemplos que he podido observar en la isla de Tenerife, centrándome en el reino animal. Les invito, además, a recorrer, cuidar y respetar las zonas.

La importancia de las zonas verdes

Consideramos «área verde» todo aquel espacio que se identifica como un parque o un jardín (tanto público como privado), o bien, cualquier zona exenta de edificaciones, y en la cual el desarrollo vegetal de las plantaciones existentes le confiere un aspecto naturalizado al entorno. Estos lugares influyen directamente en la salud de la cuidad, ya que enriquecen el aire de oxígeno y filtran diversos contaminantes procedentes de la actividad humana. Además, proporcionan una zona de descanso y desconexión a los habitantes, lo que reduce los niveles de estrés.

Otro motivo de importancia de las áreas verdes, es que son el refugio de la mayor parte de especies, tanto animales como vegetales, que han conseguido adaptarse e la vida en la cuidad, por lo que, sin estas zonas, tendríamos mucha menos biodiversidad en las urbes. Todas las fotos que presentaré en este post, están tomadas en áreas verdes o en sus inmediaciones.

Aves

Canario (Serinus canaria) en un vallado (foto de Néstor Domínguez)

Muchas especies de aves son sumamente adaptables a la vida en la cuidad; su inteligencia y su capacidad de adaptación son factores clave para su éxito en la colonización de zonas urbanas.

Los colúmbidos son auténticos paradigmas en lo que respecta a ser aves colonizadoras de ciudades. Es fácil ver cómo especies tales como la paloma torcaz (Columba palumbus), la tórtola turca (Streptopelia decaocto) o la tórtola europea (Streptopelia turtur) forman grandes poblaciones en nuestras ciudades. Su éxito se debe a su capacidad de adaptación a anidar en lugares inverosímiles, a su facilidad para modificar sus hábitos alimenticios y a su tolerancia al humano. En algunas ciudades, tales como Santa Cruz de Tenerife, las administraciones locales han tomado medidas de control de poblaciones de estas aves.

Tórtolas turcas (Streptopelia decaocto) (foto de Néstor Domínguez)

Muchas especies de paseriformes son unas habituales de nuestras ciudades. Algunas especies, como el gorrión común (Passer domésticus) y los cuervos grandes (Corvus corax), necesitan directamente la presencia humana para su supervivencia. En su mayor parte, las paseriformes viven aparentemente al margen de los humanos, estableciéndose y anidando, preferentemente, en áreas verdes arboladas. Algunas especies comunes en nuestras ciudades son los mirlos (Turdus merula), los herrerillos (Cyanistes sp.), los petirrojos (Erithacus rubecula), los mosquiteros (Phylloscopus sp.) y los gorriones (Passer sp.), entre otros. Todas las aves necesitan surtidores de agua cercanos, ya sean fuentes, estanques o reservorios de agua natural. En estos puntos, precisamente, además de las citadas aves de pequeño tamaño, se reúnen múltiples aves acuáticas, tanto residentes como estacionales. Algunos ejemplos de estos animales son la garza real (Ardea cinerea) y la garcilla bueyera (Bubulcus ibis).

En cuestión de rapaces, podemos destacar la presencia de cernícalos vulgares, lechuzas de cara blanca y diferentes especies de búhos y mochuelos. Todas ellas sobreviven anidando en lugares altos y alimentándose de otras aves y pequeños mamíferos.

Cernícalo vulgar (Falco tinnuculus) en vuelo (fotografía de Néstor Domínguez)

Cabe destacar, en este punto, que la amplia amalgama de especies de aves que habitan nuestras ciudades se completa con aves asilvestradas, como lo son diferentes especies de loros, ninfas y cotorras, que tras escaparse de los hogares de sus dueños, han conseguido sobrevivir a un periodo de adaptación a la vida «silvestre». En Canarias, he podido observar un gran número de cotorras argentinas (Myiopsitta monachus), además de distintos loros y ninfas.

Ninfa (foto de Néstor Domínguez)

Mamíferos

En nuestras ciudades, podemos llegar a encontrar poblaciones grandes de ratas, ratones, musarañas y murciélagos de diversas especies. Los reyes de la adaptación, en el mundo de los mamíferos, son las ratas (Rattus sp.) y ratones domésticos (Mus musculus); su éxito se debe a su capacidad de adaptación a diversas condiciones ambientales, su amplio espectro alimenticio y a su alta tasa de reproducción.

Ratón Doméstico (Mus musculus) (fotografía de Néstor Domínguez)

Invertebrados

Libélula escarlata (Crocothemis erythraea) macho en un estanque (foto de Néstor Domínguez)

En las áreas verdes de zonas pobladas, podemos encontrar un gran número de especies de invertebrados. Destaca, dentro de este grupo, la presencia de polinizadores varios, que dependen de la existencia de fanerógamas para su sustento. Además, los cuerpos de agua con los que cuentan los parques y jardines, son de vital importancia para la reproducción de mosquitos, libélulas y caballitos del diablo, entre otros. También es reseñable la presencia de moscas domésticas (Musca domestica) y tábanos, que aprovechan desperdicios humanos, así como la existencia de invertebrados cazadores como arañas, avispas y moscas del género Promachus, entre muchos otros.

Espero que este pequeño recorrido por las urbes, a efectos de visibilizar la existencia de animales que se han adaptado a sobrevivir en ambientes tan poblados, te haya gustado tanto como a mí el hecho de transitar las calles para fotografiar todo lo que me encuentro en este sentido. Prometiendo ir ampliando en número las fotos de este post, me despido. Si lo consideras, ¡deja tu like y comparte!

¡Saludos a todos!

Néstor Domínguez.

Bibliografía

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